Ultramontanismo y ultramontano hacen referencia a un tipo de doctrina sobre el tipo de relación que debe mediar entre la Iglesia católica y los Estados con los que mantiene concordatos. Afirma la primacía espiritual y jurisdiccional del papa sobre el poder político y por consiguiente la subordinación de la autoridad civil a la autoridad eclesiástica. Es la tendencia opuesta al galicanismo, que propone el desarrollo de una iglesia nacional independiente de Roma, y al episcopalismo, que defiende la primacía de los obispos sobre el Papa. Se trata de una doctrina parecida a la del llamado cesaropapismo, pero decantada claramente a favor del sumo pontífice.
La Real Academia Española, en la tercera acepción que avanza del término, define el «ultramontano» como un “partidario o defensor del más alto poder y amplias facultades del papa”.[1]
En la actualidad, los sectores católicos ultramontanos son aquellos que defienden posiciones integristas, es decir contrarias a la separación de la Iglesia y el Estado y al laicismo dictados por el Concilio Vaticano II (1962-1965).